La educación vial en la Argentina ha sido motivo permanente de debate. Es frecuente anoticiarse del incremento de la instalación de la cantidad de cámaras tendientes a “ordenar” el tránsito, cuando en realidad se tratan de “caza bobos” con el fin de facturar en los distintos distritos de la República Argentina.

Los semáforos, por ejemplo, que en la mayor parte de las ciudades de nuestro país cuentan con la luz amarilla, a diferencia de otros que no la incorporan, es un claro ejemplo de la inutilidad y especulación de generar en el automovilista una conducta indecisa en cuanto a cuándo arrancar o frenar.

Los semáforos están desincronizados y en las autopistas algunos carteles están instalados con el claro objetivo de que el conductor no pueda cumplir con lo que estos estipulan. Por ejemplo, reducir la velocidad de 130 a 60 en pocos metros.

En otras ciudades, por ejemplo, donde circulan millones de autos por día, el semáforo sólo cuenta con las luces roja y verde descartando cualquier posibilidad de indecisión por parte de los vehículos.

La vial es una de las educaciones con la que la población debe contar, porque como siempre afirmamos desde Milenio Sin pobreza, a más educación, menos pobreza.

Las normas de tránsito deben ser una genuina necesidad de ordenamiento vehicular con las cuales la población no deba sentir el temor de ser sancionados con fines recaudatorios. Desde la Fundación, proponemos un día por semana, que podría ser el viernes, de estricto cumplimiento de las normas de tránsito con el claro objetivo de detectar la alta especulación y la toma de conciencia de la facturación que produce el incumplimiento de las normas.